dilluns, de març 14, 2011


ABRAZOS

los recuerdos que tengo se intercalan con las imagenes que estoy viendo estos días, los postes de la luz de los pueblos que me parecieron muy anticuados ahora se ven arrancados y con los cables estirados navegando entre olas, autobuses y barcos, recuerdo los pájaros que ahora sobrevuelan el caos y la casita de madera y papel de nuestra familia en ese pueblecito de shizuoka donde a pesar de todo se dormía muy bien sobre el suelo, a pesar de oír toda la noche a traves de las paredes frágiles los sonidos de la calle, pienso en la mirada desconfiada del gato, donde estarán todos esos pobres gatos? me arrepiento de haberlos odiado , oigo la campanita del altar de los budas o lo que fuesen esos santos, la foto de los difuntos incluido un perro enorme, el piano y el fax, la fotocopiadora, los uniformes de los chicos y las nintendos por los suelos en un mundo sin sillas, la diferencia de hora que hace que pasen las desgracias un día antes, mojarme las manos de noche en ese mar que tiene el nombre equivocado, quien lo bautizó así? cantar "algo se muere en el alma" en un restaurante delante del mismo mar que ahora se lo ha llevado todo, un volcán al final de un lago como en un tapiz de terciopelo que tenia la mamá en casa cuando eramos pequeños y no había internet, el templo con un perro vestido de monje asistiendo a las oraciones muy atento, las naranjas comidas en la calle, el pulpo crudo que se me atraganta y el sake para hacerlo colar, las luces de la capital que me embrujan, el arroz para desayunar y para siempre , las raspas de pescado fritas y saladas como papas, las risitas cuando yo leía en los carteles toyota, con acento de camionero y ellos lo repetían sin vocales, dulcemente, los avisos para terremotos tras la puerta de la habitación del yoyogiclub, la linterna debajo de la mesita para lo mismo que me produjo pesadillas toda la noche y soñé con un pulpo que me ahogaba , los cascos blancos de los niños para ir al cole como si estuviesen bombardeando, los aparcamientos verticales en un país donde ahora hay coches unos encima de los otros, la tienda del pueblo donde vendían telas a metros igual que en " la llanera", los bonsais en los jardines tan comunes como aquí los rosales, el camino de maderitas para entrar en casa, quitate los zapatos y ponte esas impersonales babuchas rojas , el incienso para las ofrendas y para tener suerte, suerte, suerte , que suerte?
he olvidado casi todos los nombres de sitios, no quiero hacer memoria porque estoy viendo demasiadas noticias, todo se mezcla y me parece otra pesadilla como las del
yoyogi.
pero no he olvidado los campos de té, el sol que nace mas exagerado que en ninguna parte y la delicadeza de los movimientos de los japoneses , ellos no van a gritar y rasgarse en publico las vestiduras como haríamos los latinos si pasase
aquí una catástrofe de esa magnitud , dios no lo permita, pero sufren lo mismo.
espero que las ofrendas de barritas encendidas, si es que valen para algo, hagan que no ocurra lo que estamos temiendo , que impidan que el desastre sea aun peor y dure muchos años.

Un abrazo apretado para la gente de ese sitio lejano
desde donde seguirá llegando el sol cada día.

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