dimecres, de desembre 08, 2010



Addio caro Silvano

La primera vez que lo vi fue en en puerto de La Goulette, en Tunez. Yo llegaba en barco desde Génova, y habíamos quedado con el que llegaba en avión desde Italia. Tenia una cámara, una bolsa de viaje pequeña y una tienda de campaña.
Era fuerte y de piel morena, mas parecía un corresponsal de guerra que un periodista deportivo. Pero eso es lo que era, y a eso venia, a hacer reportajes para las revistas de Italia.

Iba a ser mi compañero de viaje en el defender de Julio en mi primera aventura por el desierto. Yo tenia una bolsa gigante de marsmallows, y mucha curiosidad por ver el desierto desde dentro. Como el ocupaba mas sitio que yo y para que viajase mas cómodo, le cedí el asiento delantero y me puse detrás entre cajas de herramientas , ruedas ,ejes, embutidos de Granada envasados al vacío, cartones de winston, camillas hinchables, cinchas, y una pala que me torturaba los tobillos. En la carretera que lleva a Tozeur paramos a comprar pimientos picantes para el y en una tienda nos ofrecieron tajin ya que estaban en ramadán y se había puesto el sol, Silvano tenia un hambre de león y al verlo meter la cuchara en la cazuela que nos ofrecían los dueños , lo imité, realmente era un tajin picante y delicioso, y pensé, me gusta este italiano.
Al día siguiente dejamos atrás la civilización y nos adentramos en el Sahara.
Tantos km por una pista de arena , tantas horas sin bajar del coche , dan para mucho y las fantásticas historias de Silvano iban haciendome mas soportable el día.

Recuerdo el camino interminable hacia la base petrolífera de El Borma , después de habernos quedado en la arena bajo el "cielo protector "de mediodía, después de ver a Silvano con la pala, haciendome buscar inexistentes ramas, colocando y desenterrando las planchas, y bebiendose una botella de litro y medio de agua de un trago porque si no se desmayaba
Salimos, el atardecer y la noche cayeron sobre la pista llena de montoncitos de arena , cada uno era una tortura porque no se ven venir desde el asiento trasero y sin cinturón se te parte la crisma y el alma en cada salto, tras mas de 10 horas sufriendo la dura suspensión del defender y con un terrible dolor de cabeza , yo no sabia si reír, llorar o quedarme en medio del camino a ver si se me comía un zorro o me llevaba Aladino en una alfombra.
Silvano bromeaba siempre, contaba cosas de la selva, de Egipto, de miles de aventuras que había corrido en su trabajo como periodista y me obligaba a "ir al baño", Guarderò
per che nessuno può vederti! En medio de ninguna parte y con el cielo mas lleno de estrellas que se pueda imaginar. No Silvano, no puedo.. Andiamo, te pondrás enferma, te dolerá la cabeza, debes ir..
Galletas de chocolate con pasas, tortitas de maíz, y marsmallows, hai
ancora le gomme? dammi una , ti prego.
Silvano comía y hablaba sin parar, conducía, reía y nunca, nunca se cansaba. Cerca de ningún sitio paramos, el dolor de cuello era insoportable y Silvano me enderezó la espalda con una especie de llave de judo que me dejo como nueva, me aviso que iba a doler pero gracias a eso puede terminar sin perder el conocimiento los últimos km que quedaban, según mi gps portátil, 127.
De repente unas chimeneas metálicas con llamas en la punta y unos depósitos indicaban que habíamos llegado, era igual a mad max

Los que no se habían quedado en las dunas dormían dentro de sus tiendas tranquilamente.-
-Yo no la monto, duermo en el asiento..

Tu montas la tienda o te la monto
io porque no puedes dormir en ese coche tan incómodo. No , no.
Y me montó la tienda , muy alejada de la suya porque según el mismo: roncaba.
Luego seguimos viaje y yo me sentía segura porque estaba Silvano, que tenia solución para todo y sabía sacar un coche de las dunas. Me hizo una foto preciosa con su supercámara, foto que nunca vi revelada y que espero le sirviera para no olvidarse de mi,
Volví a verlo al año siguiente y nunca mas.

Ahora Silvano se ha ido a fotografiar estrellas y a contar las arenas del Sahara.

Hay personas que tardas mucho tiempo en conocer pero que quedan para siempre en la memoria , con pocos días de convivencia se convierten en amigos porque comparten lo bueno y lo no tan bueno, que se terminan los marsmallows, que se llevan huevos duros y pan en los bolsillos porque saben que será difícil parar a comer durante el día, y te los ofrecen cuando menos te lo esperas, que se fuman un puro y que tienen mil historias preciosas para contar.

Silvano Marchino es una de esas personas y yo tuve la suerte de que se cruzaran nuestros caminos en el puerto desorganizado y bullicioso de Túnez.


Fino a sempre Silvano, grazie tante Amico !

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